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La Gran Mentira de la IA en Manufactura: ¿Productividad o Desempleo Masivo Oculto?

By Antonio Ruiz • December 18, 2025

El Engaño de la 'Coexistencia' en la Fábrica Inteligente

El Foro Económico Mundial y sus aliados nos venden una narrativa seductora: la Inteligencia Artificial (IA) en la manufactura no es una amenaza, sino un socio para la productividad. Nos hablan de eficiencia optimizada, de robots colaborativos y de un futuro donde los humanos ascienden a roles de supervisión de alto nivel. Pero detengámonos un momento. Esta es la versión pulcra, la que se presenta en Davos. La verdad, la que incomoda a los consejos de administración, es mucho más cruda: la IA no está aquí para ayudarnos a trabajar mejor; está aquí para reemplazar la necesidad de la mayoría de nosotros.

El debate actual se centra obsesivamente en la formación y la recapacitación. ¿Cómo podemos preparar a los trabajadores para los nuevos empleos de IA? Es una pregunta capciosa. La realidad es que el número de puestos creados por la implementación de sistemas avanzados de IA y automatización industrial es exponencialmente menor que el número de empleos rutinarios que destruye. Estamos ante una sustitución neta, no una simple transición.

La Verdad Incómoda sobre la Productividad

La métrica clave aquí es la productividad. Las empresas no invierten miles de millones en IA por altruismo laboral. Invierten porque un sistema de visión artificial puede detectar defectos con una precisión y velocidad inalcanzable para el ojo humano, 24/7, sin sueldo, vacaciones ni sindicatos. Esto dispara la productividad por hora trabajada (o por máquina operando) a niveles que hacen que el coste de retener a un operario humano sea financieramente indefendible a largo plazo.

El verdadero ganador no es el trabajador capacitado, sino el **accionista**. La IA es el mecanismo más potente jamás diseñado para desacoplar el crecimiento de la producción de la necesidad de empleo masivo. Esto tendrá implicaciones sísmicas en la estructura social, no solo en la línea de ensamblaje. Estamos viendo nacer una nueva forma de capitalismo hiper-eficiente.

El Desplazamiento: ¿Quién se Queda y Quién se Va?

Olvídese de que la IA solo afectará a los trabajos de baja cualificación. Si bien los operadores de línea son los primeros en peligro, la IA predictiva y los sistemas de optimización de cadena de suministro amenazan a los ingenieros de procesos intermedios y a los planificadores de nivel medio. Solo sobrevivirán dos grupos: los **creadores** (los científicos de datos, los ingenieros de prompts avanzados, los arquitectos de sistemas) y los **mantenedores de último nivel** (técnicos especializados que reparan los sistemas robóticos complejos, un nicho mucho más pequeño).

La narrativa de que todos podemos ser científicos de datos es un espejismo motivacional. La brecha de habilidades se está convirtiendo en un abismo. Para entender la magnitud de este cambio tecnológico, es útil revisar cómo las revoluciones industriales anteriores afectaron la fuerza laboral, aunque esta parece ser mucho más rápida. (Véase el análisis histórico sobre la mecanización en la industria textil: Reuters).

¿Qué Sucede Después? Predicción Audaz

Mi predicción es que, dentro de cinco años, la presión social por la desigualdad generada por esta automatización forzará una respuesta gubernamental drástica que los tecnócratas actuales no contemplan. No será la Renta Básica Universal (RBU) como se discute hoy, sino la implementación acelerada de un **Impuesto al Robot o a la Productividad Automatizada**. Los gobiernos se verán obligados a gravar el output generado por máquinas a un ritmo superior al de la nómina tradicional para financiar redes de seguridad social masivas. Si no lo hacen, la inestabilidad social generada por el desempleo estructural en el sector manufacturero será inmanejable. La IA aumentará la productividad, sí, pero forzará una redefinición radical de lo que significa 'trabajo' y 'contribución económica'.

La verdadera batalla no es por proteger empleos obsoletos, sino por cómo redistribuir la riqueza generada por máquinas que no necesitan salarios. La próxima ola de regulación no será sobre ética de la IA, sino sobre fiscalidad de la automatización. (Un análisis profundo sobre la economía de la automatización puede encontrarse en publicaciones académicas serias como las de Brookings Institution).

La implementación de estas tecnologías es inevitable, como lo fue la electricidad. Pero la forma en que gestionamos la riqueza que produce determinará si el futuro es una utopía productiva o una distopía de desigualdad extrema. La próxima vez que escuche sobre la transformación digital, pregunte: ¿A costa de quién?

Para una visión sobre el impacto global de la robótica, consulte el trabajo de organizaciones internacionales como la Organización Internacional del Trabajo.